Las piedras de sanación necesitan descanso, pues trabajan a altas revoluciones. Es muy importante limpiarlas, descargarlas y volverlas a cargar con frecuencia para que puedan trabajar y entregar toda su energía y fuerza de sanación. En caso de que cambien de tamaño o de color, esto es una señal que indica que no se deben usar más. La limpieza se logra con agua tibia corriendo. La descarga se recomienda hacerlo con piedras tamboreadas de Amatista. Es necesario dejar el collar o la piedra durante la noche sobre piedras tamboreadas de Amatista para que ellas puedan absorber las vibras negativas y las transforman en luz. Las piedras tamboreadas de Amatista también se limpian bajo agua tibia corriendo. Claro que el agua sanadora que proviene directamente de una fuente limpia y natural es lo máximo para limpiar las piedras. Las piedras de sanación luego se pueden cargar al sol, a la luz de la luna o sobre una drusa de Amatista o un grupo de piedras de Cuarzo. Si la piedra se salta o se triza es tiempo de cambiarla o de limpiarla, pues ya habrá realizado su trabajo en la medida de lo posible y los bloqueos a nivel corporal, mental y espiritual ya habrán sido disueltos. La piedra ya debilitada ahora necesita el máximo de amor, paz y tranquilidad. Las piedras quebradas deben ser devueltas a la naturaleza en un gesto de gran agradecimiento y ser enterradas. Es común que las piedras de sanación se desvanezcan en el aire. Desaparecen y y encuentran nuevos dueños, lo que no es casualidad, ya que han realizado su tarea y necesitan continuar. Es importante saber que la curación a través de las piedras de sanación es un tesoro de la tierra y pueden ser una ayuda adicional para el hombre en caso de problemas corporales, espirituales y mentales, pero en ningún caso sustituyen una visita al médico.
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